Lo bueno de ser consultor es que trabajas con muchos clientes, por lo que cada día te enfrentas a nuevos retos, vas adquiriendo experiencia y al mismo tiempo, no dejas de aprender. Esta semana en concreto he aprendido tres cosas que seguro me servirán en el futuro. La primera, que todavía hay empresas que confunden el papel de consultor externo con el de «chico para todo». Y esto es un peligro porque la disponibilidad de tiempo es limitada y tienes que atender a todos los clientes consiguiendo que cada uno de ellos se sienta como si fuera el único para el que trabajas. Ante esta realidad lo mejor es asumir una actitud de comunicación asertiva, que te permita modular sus exigencias y cumplir sus expectativas al mismo tiempo.
La segunda es que la falta de comunicación sigue siendo uno de los grandes problemas de empresas de todo tipo, tamaño y sector. Ahora que parece que sí, ya por fin, aparecen los brotes verdes, las compañías empiezan a plantearse de nuevo cómo hacer que fluya la información internamente para generar negocio y retener el talento. Buena noticia para empresas como CVA que llevamos trabajando años en el desarrollo de políticas de comunicación externa e interna.
Y la tercera es que sigue habiendo mucha confusión entre lo que es publicidad, lo que es marketing y lo que es Comunicación. Todavía se confunde el papel de un gabinete de comunicación con el de una agencia de medios. No se entiende lo que es un redaccional pagado y mucho menos se tiene claro cuál es el valor real de la comunicación para una organización.
Por una parte es un alivio porque en esa realidad hay mucho negocio potencial. Por otro lado, es abrumador pensar que todavía hay personas que te sueltan un: «yo sé de comunicación porque leo el, periódico en Internet» y se quedan tan anchos. Es como si yo me ofreciera a ejercer la pediatría porque he tenido tres hijos… Como sea igual en todos los sectores de actividad, apañados vamos.